Ex wachiturro «tocó fondo», dio vuelta su vida y ahora es pastor
Lucas «Kaká» Caballero habló de su éxito en la banda de cumbia que revolucionó el escenario argentino y su nuevo camino en la religión.
Hace una década, Lucas Caballero estaba en lo más alto del mundo. El joven músico, que iba por el nombre de «Kaká», recorrió América Latina tocando frente a estadios repletos de devotos fanáticos como parte de los Wachiturros, uno de los conjuntos musicales más recordados del país. Hoy en día, Caballero encuentra su felicidad lejos de la fama y cerca de Dios.
«Para mí estar en el grupo fue una bendición», aseguró durante su paso por Nosotros a la mañana, donde relató un poco de su historia personal. «Vengo de una familia humilde, sencilla, había pasado cosas en mi infancia que me habían marcado, que las tenía en mi corazón y no encontraba dónde desahogarme. Pasé bullying de pibe, siempre me faltaban zapatillas, cosas que te marcan», explicó.
Aún adolescente, la música que hizo junto a Brian «Coqui» Romero, Leonel «Leíto» Lencinas, Gonzalo «Gonzalito» Muñoz, Emmanuel «DJ Memo» Guidone, Matías «McCaquito» Flores y Simón Gaete lo disparó a la fama, lo alejó de la pobreza y lo acercó a los vicios: «Cuando llega la posibilidad de entrar en la banda, conocí la fama de verdad, pero no le empecé a encontrar sentido a la vida y a las cosas que hacía».
«El día que estuvimos en lo de Susana Giménez, hicimos el pico de rating más alto, superando a Justin Bieber, que había ido una semana antes. Susana nos volvió a llamar, pero ese día llego a mi casa y en medio de todo lo que estaban viviendo, me pongo a llorar. ‘¿Qué onda con esta vida que no puedo ser feliz?'», reflexionó.
Fue con esas dudas en mente que Caballero decidió alejarse de la música: «Probé de todo en la vida, tuve adicciones. Llegué a tocar fondo. Estaba lastimando a toda la gente que me rodeaba. Hasta que dije ‘basta, no quiero más esto en mi vida'». Y ese cambio llegaría, como algo que ni él se podría haber imaginado.
«En un momento me invitan, un muchacho me empieza a hablar de Dios, ‘Jesús te ama’, me decían, pero yo les decía dónde estaba Dios cuando yo pasé necesidades. Yo estaba resentido, dolido con ese mundo en el cual hoy en día me encuentro», contó. No fue hasta que recibió un empujón de su madre que Caballero decidió darle una oportunidad a Dios.
La conexión fue inmediata: «Estaba el Pastor predicando y todo lo que decía yo sentía que estaba contando mi historia», recordó. «Le dije a Dios: ‘Si vos existís y sos real, yo necesito un cambio en mi vida’. Lo probé, hice una oración de fe, me guiaron y a partir de ahí, fue un cambio rotundo. Cuando uno se atreve a probar a Dios, es un experto en cerrarle la boca a cualquiera».
Conforme en su nuevo camino de fe, «Kaká» concluyó diciendo que «a nosotros nos dicen que estamos locos, pero porque tenemos fe y creemos en que realmente hay un Dios. Yo lo probé, y lo vivo. No me la contó nadie a mí, y a través de eso trato de dejarle un mensaje a los jóvenes de esta generación de tomar buenas decisiones e ir por sus sueños. Encontré paz interior y empecé a tomar otro tipo de decisiones».