Entre la ONU y la Biblia: Trump se opone a la anexión de la tierra prometida a Israel

Trump vs Netanyahu

En medio de la guerra en Medio Oriente y de los intentos internacionales por alcanzar la paz, las declaraciones del presidente Donald Trump llamaron la atención al asegurar que no permitirá que Israel anexe la región bíblica de Judea y Samaria, también conocida como Cisjordania.

Mientras el primer ministro israelí, Benjamin Netanyahu, se preparaba para hablar ante la Asamblea General de la ONU, el mensaje de Trump opacó momentáneamente el discurso del mandatario israelí. El presidente estadounidense, que mantuvo conversaciones recientes con líderes de Medio Oriente, declaró:

“Queremos paz en esa región, recuperar a los rehenes y aliviar el sufrimiento. Pero no permitiré que Israel se anexione Cisjordania. No, no va a suceder”.

Judea y Samaria: territorio con promesa bíblica

La región en cuestión no es un simple espacio geográfico. Para el pueblo judío y para los cristianos, Judea y Samaria representan la tierra de las promesas, el corazón mismo de la herencia de Israel. Allí Abraham recibió la promesa, allí caminaron los profetas y allí nació gran parte de la fe bíblica que une a judíos y cristianos.

Sin embargo, en la esfera política internacional, se la denomina Cisjordania y es considerada un punto central del conflicto, donde conviven más de 700.000 israelíes en comunidades judías y alrededor de 3,3 millones de palestinos.

Recordar el 7 de octubre

Netanyahu, por su parte, centró su mensaje en recordar al mundo que la actual guerra no comenzó con los debates diplomáticos, sino con el brutal ataque terrorista de Hamás el 7 de octubre de 2023. Para ello, el gobierno de Israel lanzó en Nueva York la campaña “Recuerde el 7 de octubre”, con enormes carteles en Times Square y las inmediaciones de la ONU.

El objetivo es mantener viva la memoria de las atrocidades cometidas por Hamás, que aún mantiene a decenas de rehenes en Gaza.

La paz y la justicia desde una mirada bíblica

El presidente de la Autoridad Palestina, Mahmoud Abbas, insistió en que no habrá paz sin justicia para Palestina. Pero mientras las naciones buscan soluciones políticas, la Palabra de Dios nos recuerda que “pedid la paz de Jerusalén; sean prosperados los que te aman” (Salmo 122:6).

El verdadero shalom — esa paz integral— no será fruto únicamente de acuerdos diplomáticos, sino del cumplimiento del plan eterno de Dios para Israel y las naciones.

Entre guerras y promesas

Aunque sobre el terreno la realidad es la guerra —con Israel respondiendo a ataques hutíes desde Yemen y manteniendo la presión sobre objetivos terroristas en Gaza—, para los creyentes la perspectiva es distinta: sabemos que la historia no la escribe la ONU ni los líderes mundiales, sino el Señor que prometió:

“Y haré volver a los cautivos de mi pueblo Israel… y los plantaré sobre su tierra, y nunca más serán arrancados de su tierra que yo les di, dice Jehová tu Dios” (Amós 9:14-15).

En medio de titulares que hablan de tensiones y límites políticos, los cristianos vemos con esperanza que Dios sigue teniendo el control. La tierra prometida sigue siendo parte del plan divino, y la paz verdadera llegará cuando el Príncipe de Paz reine desde Jerusalén.