El sueño equivocado… y el plan perfecto

Por Leo Argüello: Viste cuando uno se mete en la cama con la idea de soñar algo espectacular… y al final terminas soñando algo tan normal como buscar un par de medias en un supermercado. ¡Una decepción total! Bueno… en la vida pasa parecido. A veces creemos que tenemos un gran sueño, ese que nos va a dar felicidad, éxito, dinero, la casa con pileta… y cuando corremos atrás de eso solo terminamos más ansiosos que contentos.
Yo no sé si a vos te pasó, pero a mí más de una vez se me ocurrió un plan que parecía brillante… y después me di cuenta que era más complicado que armar un mueble con manual en chino, buscando instrucciones en internet lo más parecido posible al que me llego y sino la ayuda de algun traductor (literal me paso hace unos años). 😅”
“El problema no es soñar. Dios nos creó para soñar, para desear cosas buenas. El tema es cuando el sueño que elegimos no es el que Él pensó para nosotros. Porque hay sueños que parecen lindos, pero te dejan sin aire, te endeudan y te roban la paz.
Si y ahí estamos, corriendo como hámster en la ruedita… gastando energía, pero sin avanzar a ningún lado y solos perdiendo tiempo.
Cuando queremos apurar el propósito de Dios, es como poner una pizza en el horno a 300 grados para que se cocine antes, pero el resultado es quemado por fuera y cruda por dentro. ¿Y después nos preguntamos por qué no funciono??
La ansiedad es esa voz que te dice: “¡Si no lo haces YA, NUNCA vas a llegar!”. Pero el plan de Dios no necesita nuestra desesperación, necesita nuestra confianza. Él no llega tarde, llega a tiempo. Y si todavía no pasó, es porque está cocinando algo mejor… aunque a nosotros nos parezca ver el horno apagado.”
El plan de Dios no necesita nuestra desesperación, necesita nuestra confianza.
Otro ejemplo es como cuando pedís delivery y la app te dice ‘faltan 15 minutos’… y pasan 40 segundos y vos ya estás con el tenedor en la mano esperando que el reloj se apure. Dios no es un delivery, pero a veces sentimos que tarda igual. Y es ahí donde viene la tentación de meter mano por nuestra cuenta: ‘bueno, le voy a dar una mano al Señor porque quiza yo tenía que actuar primero y vamos otra vez contra la pared.
¿Y cuál es el resultado? Terminamos endeudados, tristes, deprimidos, enojados… O peor, con un sueño que nos deja vacíos.”
“Jesús dijo: ‘Busquen primero el Reino de Dios y su justicia, y todo lo demás vendrá por añadidura’ (Mateo 6:33). No dijo: ‘Busquen primero el sueño que más likes tiene’, “el sueño que mejor les parezca”.
¡Su plan es perfecto, aunque no siga nuestra agenda!
Tal vez hoy necesitas soltar ese sueño que te está robando la alegría. No porque soñar esté mal, sino porque el sueño correcto ya tiene dueño, y es Dios. Cuando confías en Él, descubrís que su tiempo no está descalibrado, sino que es más preciso.
Te animo a que respires y rías un poco, es un ejercicio que hace muy bien, aunque no tengas ganas de hacerlo. Acodarte que mejor es esperar el sueño de Dios, que correr atrás de uno que solo te va a dejar más cansado que feliz.”