AGRADECIMIENTO: El Diseño de Dios
Por Jonatan Scrinzi: El agradecimiento no es solo una emoción bonita ni una costumbre correcta. Es una forma de mirar la vida como Dios la pensó: con los ojos del corazón abiertos a reconocer Su amor en todo.
Cuando entendemos que Él es el Creador y Sustentador, la gratitud deja de ser una simple respuesta y se convierte en un estilo de vida. Agradecer es reconocer Su diseño y alinearnos con él.
1. Agradecer es reconocer la Fuente
La Biblia nos recuerda: “Toda buena dádiva y todo don perfecto descienden de lo alto, del Padre de las luces” (Santiago 1:17).
Cuando olvidamos agradecer, caemos fácilmente en la ilusión de la autosuficiencia. Pero la gratitud nos devuelve la claridad: nada de lo que tenemos es por mérito propio, sino por gracia.
Cada respiro, cada oportunidad, cada gesto de amor… todo proviene de Él.
Agradecer es decir: “Señor, veo Tu mano en mi vida.”
2. Agradecer es vivir la voluntad de Dios
“Dad gracias en todo, porque esta es la voluntad de Dios para con vosotros en Cristo Jesús” (1 Tesalonicenses 5:18).
Esta palabra es clave: dice dad gracias en todo, no por todo.
Dios no nos pide agradecer por el dolor, por la pérdida o por la injusticia, sino mantener un corazón agradecido en medio de cada situación.
La gratitud, vivida así, se transforma en un acto de fe. Nos recuerda que incluso cuando no entendemos lo que pasa, Él sigue siendo Dios y es Soberano.
Agradecer en toda circunstancia es elegir confiar.
Es mirar más allá del momento y reconocer que Dios puede obrar algo bueno aun en medio de la dificultad.
Y a veces, el verdadero milagro no está en que cambie la situación, sino en que cambie nuestro corazón y pensamientos en medio de ella.
3. Agradecer restaura el enfoque
Nuestra mirada humana tiende a detenerse en lo que falta.
La gratitud nos enseña a mirar lo que ya tenemos y a disfrutar de los pequeños milagros: la salud, el trabajo, la amistad, la fe, la vida misma.
Agradecer es vivir el presente, con los ojos puestos la bondad, abundancia, misericordia, gracia y amor de Dios y no en la carencia y circunstancia.
Para cerrar esta reflex:
El agradecimiento abre las ventanas del cielo.
Nos libera de la queja, nos reconcilia con la vida y nos llena de paz.
Un corazón agradecido glorifica a Dios sin necesidad de palabras, porque cada acto, cada pensamiento y cada respiro se convierten en un “gracias” vivo.
Esta semana, hagamos una pausa.
Miremos alrededor.
Y encontremos mil razones para agradecer.
Si sentís que no estas siendo agradecido te invito a decirle a Dios:
Señor, enséñame a darte gracias en toda situación.
Aun cuando no entiendo, quiero confiar en que estás obrando algo bueno.
Que mi corazón no dependa de lo que tengo, sino de lo que Tú eres.
Haz que mi vida sea una expresión constante de gratitud y fe.
Amén.
Te invito a que escuches la siguiente canción. Con el corazón agradecido.
