Hielo de seis millones de años en la Antártida revela cómo era la Tierra antes del hombre

Un equipo internacional de científicos descubrió en la Antártida Oriental capas de hielo con aire atrapado de hasta seis millones de años. El hallazgo abre una nueva ventana para entender cómo Dios diseñó y sostuvo la Tierra a lo largo del tiempo.

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Por METANOIA Noticias | Un hallazgo que viaja al pasado del planeta

Lo que podría parecer un trozo de hielo más, en realidad es un testimonio del pasado remoto de la Tierra. Investigadores del Center for Oldest Ice Exploration (COLDEX) lograron extraer en la región de Allan Hills, Antártida Oriental, muestras de hielo con una antigüedad estimada en 6 millones de años.

El estudio, publicado en la revista Proceedings of the National Academy of Sciences, fue dirigido por Sarah Shackleton, del Woods Hole Oceanographic Institution, y John Higgins, de la Universidad de Princeton. Este equipo analizó el aire atrapado en pequeñas burbujas dentro del hielo, auténticas cápsulas del tiempo que revelan cómo era la atmósfera antes de que existiera la civilización humana.

“Cada burbuja es una fotografía del aire del pasado”, explicó Higgins, quien destacó que estos registros son seis veces más antiguos que los conocidos hasta ahora.


El análisis reveló que la Antártida experimentó un enfriamiento progresivo y reducción de temperaturas de aproximadamente 12 °C (EFE/Stephanie Langerock)

Lo que dicen las burbujas: clima, gases y transformación

Las capas halladas permiten reconstruir las temperaturas, la concentración de gases y las condiciones de la Antártida cuando el planeta era mucho más cálido.
Según el estudio, hace millones de años las temperaturas globales y el nivel del mar eran significativamente más altos. Los investigadores estiman que la Antártida se enfrió alrededor de 12 °C en un proceso que marcó el inicio de las grandes eras glaciales.

Estas muestras de hielo antiguo también revelan niveles de dióxido de carbono y metano atrapados en su interior, lo que permite estudiar la evolución natural de los gases de efecto invernadero antes de la influencia humana.

“Estamos construyendo una biblioteca de instantáneas climáticas, que nos ayudan a entender no solo el pasado, sino también el posible futuro del planeta”, detalló Higgins.


Cuando la nieve se comprime en la Antártida quedan pequeñas burbujas de aire atrapadas entre los cristales, conservando información sobre el clima (EFE/EPA/AVANKINTS/BAS)

La ciencia y el asombro: cómo el hielo guarda la memoria del Creador

El proceso de datación del hielo, basado en la medición del gas argón-40, confirmó que las capas halladas no forman una secuencia continua, sino una serie de fragmentos temporales. Aun así, cada uno ofrece una “ventana” a distintas etapas del clima antiguo.

El director de COLDEX, Ed Brook, anunció que el equipo regresará próximamente a Allan Hills para ampliar las investigaciones:

“El descubrimiento de un hielo espectacularmente antiguo justifica un estudio más profundo que podría llevarnos incluso más atrás en el tiempo”.

Este tipo de investigaciones no solo amplían la comprensión científica, sino que también nos recuerda algo esencial: la Tierra guarda huellas de un diseño inteligente y preciso. Cada capa, cada burbuja, cada molécula habla del orden con que Dios creó y sostiene el mundo.


Entre el hielo y la esperanza: una lectura cristiana del descubrimiento

Desde la mirada de la fe, estos hallazgos no son simples datos geológicos, sino señales de la fidelidad divina. La Biblia afirma que “mientras la tierra permanezca, no cesarán la siembra y la siega, el frío y el calor, el verano y el invierno” (Génesis 8:22).

El hielo de Allan Hills es una muestra de esa promesa cumplida a lo largo de milenios: el planeta sigue bajo el cuidado del Creador. Aun cuando el cambio climático preocupa a la humanidad, la historia de la Tierra refleja constancia, equilibrio y propósito.

La ciencia puede medir la temperatura del pasado, pero solo la fe nos permite entender quién sostiene el clima y la vida.


Cierre editorial:
El hielo más antiguo del mundo no solo guarda secretos del clima, sino también una lección espiritual: la creación entera conserva la memoria de Dios. Mientras los científicos descifran el aire del pasado, los creyentes recordamos que el soplo de vida que sustenta el planeta sigue siendo el mismo desde el principio.